Homenaje a la maestra: Virginia Gutiérrez de Pineda

Exposición Virginia Gutiérrez de Pineda: caminos de una Maestra.

Octubre 18 a noviembre 1 de 2016

Edificio Rogelio Salmona, Espejo de Agua

Aproximarnos a la vida y obra de la maestra Virginia Gutiérrez de Pineda implica un recorrido por fuentes muy variadas. Inicialmente, contamos con varios trabajos biográficos en formatos escritos y audiovisuales y, por supuesto, con sus publicaciones más destacadas. Sin embargo, otros testimonios se encuentran dispersos en algunas colecciones, entre ellas el archivo personal de los esposos Pineda Gutiérrez, alojado en el centro de documentación del Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos (IESCO) de la Universidad Central; la colección de etnografía del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), conservada por el Museo Nacional de Colombia; y el Fondo Orlando Fals Borda del Archivo Central e Histórico de la Universidad Nacional de Colombia.

Las piezas elegidas para esta exposición fueron agrupadas en tres secciones:

Virginia, genio y educación

En la infancia de Virginia Gutiérrez sobresalió la revelación de un intelecto sensible a la observación de la naturaleza y la rica formación propiciada por su familia de orientación. Los años de su adolescencia transcurrieron en el Instituto Pedagógico Nacional, luego de su traslado a la capital con una beca para estudiar el bachillerato.

Santafé de Bogotá la recibió con un cuerpo docente excepcional conformado por varios intelectuales que huyeron de los contextos de guerra vividos en Europa en los años treinta. El impulso de maestras y maestros del Instituto Pedagógico, la Escuela Normal Superior y el Instituto Etnológico Nacional, así como el apoyo de su padre, condujeron a Virginia al inicio de una brillante carrera académica como pocas mujeres del país tuvieron la oportunidad de hacerlo en su época. Con fortalezas e intereses en diferentes áreas del conocimiento, optó por las ciencias sociales.

Salud y Familia: dos caminos para la investigación

En sus primeros años como profesional, la maestra Virginia Gutiérrez se adentró en la etnología participando en varios trabajos de campo en compañía de otros investigadores y de Roberto Pineda Giraldo, con quien contrajo matrimonio en 1945. Tuvieron gran trascendencia las expediciones realizadas a los territorios de La Guajira y Chocó, de las cuales resultaron publicaciones como Organización social en La Guajira y En el mundo espiritual del indio Chocó.

En 1994, en su discurso de aceptación del Premio Nacional al Mérito Científico, la maestra se expresó acerca del rumbo que tomaron sus intereses a partir de los años cincuenta:

“Me inicié en los estudios antropológicos en 1945 y, les confieso, no pienso abandonarlos. Dos caminos he trasegado del brazo de la materia de mis querencias: el de la antropología aplicada a la salud, el uno; y el del conocimiento de la familia colombiana, el otro”.

Una obra con impacto nacional

No cabe duda del acierto del Banco de la República al elegir a Virginia Gutiérrez de Pineda como una de las personalidades que cambiaron el rumbo de la nación durante el siglo XX, elección que se suma a la larga lista de reconocimientos que la maestra recibió a lo largo de su vida.

La participación de Virginia Gutiérrez de Pineda fue decisiva en la consolidación de la antropología como disciplina y profesión en el país, como luego lo fuera para la creación de los departamentos de sociología y antropología en la Universidad Nacional de Colombia. Y a medida que su trayectoria académica avanzó, sus aportes no cesaron. Sus investigaciones sobre antropología médica y familia fueron determinantes para la comprensión de diversos asuntos de orden nacional, la fundación de instituciones y la construcción y transformación de políticas relativas a la niñez, las mujeres y la familia.

Las voces de Virginia

El montaje finaliza con algunos fragmentos discursivos de la maestra Virginia Gutiérrez de Pineda:

“(…) mujeres que lavan arenas auríferas en la pluviosa selva; que “harapean” girones para vestir sus hijos; que traen “líchigos” a la espalda en los mercados provincianos; que “bultean” sal y recogen dividivi en los sedientos cardonales guajiros. Que bordan capelladas de alpargatas, recogen algodón y moldean vasijas de barro primigenio. Que venden “cocadas” por las calles, anuncian el pescado frito y cargan en la cabeza la botija de agua en las soleadas llanuras norteñas. Que enseñan el abecedario y los guarismos en las escuetas aulas. Que cosen pacotilla mal pagada y escriben cartas de gerencia. Madres solteras de todos los sitios colombianos. Co-esposas que comparten el pan y el marido transeúnte. Mujeres que viven el periódico abandono de su hombre, siempre en pos de “otra” o que lloran su muerte. Madres que conciben, gestan y paren en tugurios, en ranchos de “cuatro estacas”, en la labranza y en la canoa ribereña. Madres todas que ganan el pan, que lo multiplican en la boca de sus hijos hambreados y lo mezquinan en la propia. Que duplican su vida para ser padres y madres. Indefensas madres, gestoras de esta patria: para vosotras, mi trabajo y mi fe sin límites.”

Dedicatoria de Familia y cultura en Colombia, Bogotá:

DANE-Biblioteca Básica Colombiana, 1975.