Maestría de Profundización en Psicología Clínica

 

Enfoques clínicos

 

Enfoque integrativo dinámico-relacional

 

Este enfoque integra lo dinámico y lo relacional, así como diversas técnicas terapéuticas propias de enfoques conceptuales diferentes. Desde esta perspectiva integrativa se entiende que, a través de la historia de interacciones, la persona va formando un conjunto de representaciones de sí mismo y de los otros que se convierten en elementos motivacionales, reguladores del comportamiento y la interacción. La problemática psicológica es entendida en términos de círculos viciosos, perpetuados en la interacción con otras personas. Aunque estos generan malestar y sufrimiento, también protegen y actúan en defensa frente a los deseos, sentimientos y representaciones de sí mismo que han sido rechazadas y son insconscientes.

 

La terapia psicológica es entendida como una experiencia relacional transformadora a lo largo de la cual el terapeuta se sirve de técnicas tanto de índole psicodinámico como de otras estrategias propuestas por los modelos sistémico, cognitivo-comportamental o humanístico existencial. Si bien hay una diversidad técnica, existe un modelo de comprensión del desarrollo y del funcionamiento psicológico del ser humano que orienta siempre al terapeuta en su labor.

 

Enfoque cognitivo-conductual

 

Este enfoque se encuentra dentro de la terapia conductual y se denomina contextual, cuya filosofía de base es el contextualismo funcional, la cual comprende el comportamiento de los individuos como parte de un contexto (social, cultural, histórico, físico, etc) y no como elementos aislados y fragmentados. El énfasis se ubica en la identificación de la función o el propósito de las conductas en dichos contextos, así como su relación con otros comportamientos del individuo. Además, no sólo se busca predecir el comportamiento sino también influir en él identificando los determinantes actuales del mismo, y encontrando estrategias efectivas de intervención.

 

Para la psicología interconductual, los problemas clínicos deben comprenderse como una organización compleja de circunstancias en donde el terapeuta rastrea aspectos como las condiciones de configuración del problema, la funcionalidad, la interacción, las valoraciones sociales y algunos aspectos propios del terapeuta, como su estilo emocional y comunicativo, su historia y sus motivos.