Norte

La región de Norte de la Nueva Granada fue un espacio fundamental en deliberación política durante la época de la Independencia. En las entonces provincias de Cartagena, de Santa Marta y de Riohacha —como en otros lugares del Nuevo Reino de Granada— proliferaron ideas disímiles sobre las alternativas políticas, de cara a los cambios propiciados por la revolución. Si, por un lado, algunos declaraban que “todos los pueblos de América han sentido la necesidad que tienen de mudar de gobierno, y libertarse de la tiranía de sus crueles opresores” (El Argos de Cartagena, I, 3); otros señalaban que “no puede haber felicidad social ni civil en donde no hay temor a Dios, obediencia al rey, respeto a las leyes, veneración a las autoridades [de la monarquía]” (Rodríguez y Carrillo, Carta pastoral, 36). Entre estas afirmaciones polares abundaron los puntos intermedios. Cada uno abanderó sus propias pretensiones de veracidad en una contienda que se libró en la arena de la prensa y la opinión pública.

El federalismo acabó por erigirse como la opción de organización política preferida por las provincias del Norte una vez rotas las conexiones con la metrópoli. Desde Cartagena se tendieron lazos con las provincias centrales para conformar el cuerpo político federado de las Provincias Unidas de la Nueva Granada. El llamado al federalismo se fundó sobre la imposibilidad de gobernar todas las provincias bajo leyes centralizadas. El editor del El Argos de Cartagena afirmaba que, “el ojo menos perspicaz percibe al momento la diferencia que hay entre el hombre que habita en la cima nevada de los Andes, y el que vive en el clima abrasador de nuestras costas. ¿Como, pues, será posible que la misma ley convenga á unos hombres de costumbres inocentes, que á otros que las tienen más corrompidas?” (El Argos de Cartagena, IX (12 de noviembre de 1810): 38). Aun así, vale la pena recordar que en la misma ciudad, Simón Bolívar (aún en búsqueda de asentar su notoriedad ante los neogranadinos) declaró la necesidad de un gobierno central bajo el argumento de que, “mientras no centralicemos nuestros gobiernos americanos, los enemigos obtendrán las más completas ventajas” (Bolívar, Manifiesto de Cartagena, 33). Miradas opuestas, cada una con respuestas temporales a un cuestionamiento que permanecerá sin respuesta durante parte considerable del primer siglo de la independencia.

El diálogo de las provincias del Norte con el mundo exterior permitió ver el continente americano como un escenario más amplio. Desde las ciudades costeras se forjaron reflexiones más allá de las discusiones provinciales interiores. Fue en la región del Caribe donde tuvieron origen el Manifiesto de Cartagena y la Carta de Jamaica de Simón Bolívar (1783-1830), documentos sillares en la construcción del proyecto independentista continental. Los puertos caribeños —en conexión constante con Europa y el resto de América— favorecieron las meditaciones sobre un camino hacia independencia total de América. Desde allí se forjaron planes para llevar la "libertad" a todos los rincones del continente, incluso por las vías armadas. Este fue el punto de partida de una empresa continental que encontró aliados internacionales como Alexandre Petion (1777-1818) en Haití, o Luis Brión (1782-1821), militar curazoleño.

Mientras Bolívar reunía su arsenal retórico para encontrar aliados bajo el argumento del carácter irrevocable de la independencia americana, Pablo Morillo sitiaba la plaza de Cartagena de Indias con férrea determinación. El coronel Rafael Sevilla (1794-1856) ofrece el relato de las comandancias militares españolas, una mirada que nunca consideró posible la derrota de la monarquía en América. Pero la guerra de independencia continuó su curso sorpresivo y accidentado. Cinco años después, Cartagena —que nunca perdió centralidad en el escenario bélico—, volvió a ser sitiada, esta vez por Ejército Libertador bajo las órdenes del coronel Mariano Montilla (1782-1851). Dentro de la ciudad, el almirante español Gabriel de Torres afirmó que “la nación española [...], vuelve a empuñar la espada de la justicia para hacerse respetar como corresponde de esas hordas de hombres sin patria, ley, gobierno ni religión.” (Habitantes de Cartagena, 1). Esta vez la fuerza de la guerra favoreció a los independentistas y Cartagena desterró para siempre las armas y estandartes de la corona española en octubre de 1821. 

Siete años después, en el declive del proyecto grancolombiano, Francisco de Paula Santander (1792-1840), compañero de Bolívar en el sueño de la independencia americana, abandonó el país en medio de los interrogantes sobre su participación en los eventos de la Conspiración Septembrina (1828). El robustecimiento (¿excesivo?) de poder centralizador, alternativa para combatir las fuerzas centrífugas de las soberanías venezolana y ecuatoriana, llevó al intento fallido contra la vida de Bolívar. Desde Cartagena, con un pie sobre la embarcación que lo llevaría a un exilio por un lustro, Santander escribió una carta íntima a Bolívar, donde se queja de la dureza de una sentencia infundada, a su parecer.

Los documentos de esta sección muestran la disparidad de opiniones en el inestable balance de los poderes durante la independencia. Acontecimientos en los que las provincias del Norte fueron angulares en el rumbo que tomó la historia de la región.

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José Fernández de Madrid y Castro (1789-1830) [editor] | Manuel Rodríguez Torices y Quiroz (1788-1816) [editor]

Argos Americano de Cartagena

1810-1812

Cartagena: Imprenta del Real Consulado de Comercio de Cartagena.

Biblioteca Luis Ángel Arango - Bogotá

El Argos Americano de Cartagena (1810-1812) fue uno de los primeros periódicos publicados en el marco de las fuertes agitaciones políticas posteriores a la creación de Juntas Supremas de Gobierno en varios lugares del Nuevo Reino de Granada. Este periódico, editado por José Fernández de Madrid y Manuel Rodríguez Torices, se convirtió en el agitador político más importante del Caribe colombiano durante el momento inicial de reacción en contra de la invasión napoleónica al territorio peninsular. Su apoyo a la formación de juntas americanas legitimó de manera decisiva esa misma iniciativa en otros lugares del país. Además, la publicación sirvió como una plataforma discursiva que generó un programa político en el que se contemplaba la necesidad de elaborar una Constitución local en Cartagena para asegurar el funcionamiento de su nuevo gobierno, al mismo tiempo que se proponía la idea de implantar un gobierno federalista en la Nueva Granada. [Juan Gabriel Ramírez Bolívar]

Simón Bolívar (1783-1830)

Memoria dirigida a los ciudadanos de la Nueva Granada por un caraqueño Manifiesto de Cartagena)

1812-12-15

Cartagena

Biblioteca Bicentenario

Volumen 5: Pensamiento Político de Simón Bolívar

Páginas 27 - 38

Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá

“Bolívar llegó a Cartagena habiendo preparado un orden de prioridades para la siguiente etapa de su vida. Primero, escribió el marco conceptual de su proyecto, después lo puso en práctica sobre el terreno. Su plan era restablecer su reputación militar en Nueva Granada, pero antes tenía que demostrar sus credenciales políticas. Comenzó por escribir al congreso de Nueva Granada explicando brevemente las razones que llevaron al derrumbe de la república venezolana. […] Si los republicanos neogranadinos aprendían de los errores de sus vecinos, podían llegar a convertirse en los libertadores de éstos, «sus hermanos cautivos», con lo que se conseguiría devolver la libertad a Suramérica y restituir «sus naturales derechos» a sus pobladores. Los naturales derechos de Suramérica recibieron una atención mayor en la primera gran declaración política de las ideas bolivarianas, el denominado Manifiesto de Cartagena, un documento en el que daba rienda suelta a su intelecto para exponer su sueño.” John Lynch, Simón Bolívar (Barcelona: Editorial Crítica, 2009) 89.

Simón Bolívar (1783-1830)

Contestación de un americano meridional a un caballero de esta isla [Carta de Jamaica]

1815-09-06

Kingston, Jamaica

Biblioteca Bicentenario

Volumen 5: Pensamiento político de Simón Bolívar

Páginas 39 - 64

Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá

"La llamada Carta de Jamaica escrita en aquella isla de las Antillas Mayores, entonces bajo dominio británico, fechada el 6 de septiembre de 1815, es uno de esos documentos que trascienden su tiempo. Tendrá dificultad quien intente en relación con la historia de América Latina y el Caribe encontrarse con un escrito de mayor significación política o de similar aliento continental. Hoy cuando los imperativos de la integración Latinoamericana han ganado terreno en la conciencia pública del subcontinente, volver a la lectura y discusión de la Carta de Jamaica goza de inocultable pertinencia [Medófilo Medina. "Los tiempos de la Carta de Jamaica". En Javier Guerrero Barón y Medófilo Medina (comp.), América Latina: Identidad, Soberanía y Unión. Una lectura de la Carta de Jamaica, (Bogotá: Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 2016) 55.

Rafael Sevilla (1794-1856)

Memorias de un militar, sacadas de un libro inédito y arregladas por don José Pérez Moris. Capítulos XIX y XX

1877 [c.1845]

Puerto Rico: Nueva Imprenta del “Boletín.”

El capitán Rafael Sevilla (1794-1856), sobrino del general Pascual Enrile Acedo (1772-1839), escribió sus Memorias en Puerto Rico. Sevilla narra la travesía del Ejército Expedicionario desde su embarco hacia Costa Firme, en 1815, hasta las capitulaciones españolas tras la victoria republicana en Carabobo, en 1821. Si las memorias se escribieron cerca de 1845, la distancia del tiempo no afectó la vivacidad de los detalles ni el color de las contrariedades de la revolución. Sevilla ofrece un relato que fácilmente podría rozar la crónica, en tanto delinea un sinnúmero de personajes y paisajes que enriquecen el panorama en el teatro de la Independencia. Un mundo que, al mejor estilo de los primeros exploradores en América, encuentra exuberante, desconocido y fantástico. Estos fragmentos ofrecen un viaje por el paisaje natural, el paisaje social y el paisaje de la guerra. Las Memorias enfatizan el viaje esforzado de militares americanos y españoles entre manglares, páramos, desiertos, bosques y ríos.

Gregorio José Rodríguez y Carrillo (1769-1839)

Carta pastoral que dirige á sus feligreses el ilustrísimo señor don Gregorio José Rodriguez y Carrillo, obispo electo de Cartagena de Indias

1816-07-14

Madrid

John Carter Brown Library, Providence, USA

Gregorio José Rodríguez y Carrillo (1769-1828) fue nombrado obispo de Cartagena de Indias en septiembre de 1815. Sin embargo, a mediados de 1816 todavía se encontraba en España. Desde Madrid, envió la primera Carta pastoral para su grey, poco antes de llegar a América, hacia donde se embarcó únicamente cuando vio allanado el camino por los primeros triunfos de la expedición pacificadora de Pablo Morillo. La Carta pastoral es una invitación a resistir el engaño y la ilusión que mueven las palabras “soberanía popular”, “independencia” o “libertad”. El obispo Gregorio estuvo a la cabeza de la Diócesis de Cartagena de Indias durante un lustro desde donde se encargó de inculcar intensivamente los valores realistas y atacar la causa de la Independencia.

Francisco de Paula Santander (1792-1840)

Carta a Simón Bolívar

1828-12-13

Cartagena

Biblioteca Bicentenario

Volumen 6: Cartas a Simón Bolívar

Páginas 93 - 112

Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá

En esta carta, Francisco de Paula Santander expresa a Simón Bolívar su inconformidad con el proceso que lo vincula a la conspiración del 25 de septiembre de 1828. Santander niega su participación en la conspiración y enfatiza la injusticia de la sentencia que le impuso la Comandancia General. También refuta las acusaciones de alta traición y recuerda sus compromisos, sacrificios y fidelidad para con la República. Finalmente, aprecia la indulgencia de Bolívar al conmutarle la pena de muerte por el exilio, al que partió poco después. Santander regresó en 1832, tras la muerte de Bolívar y la disolución de Colombia.

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