Exterior

La revolución de Independencia abrió América al mundo. Extranjeros y americanos se encontraron por primera vez en una relación inédita en la historia del continente. Instantáneamente salieron a relucir intereses para aprovechar la contingencia. Si los americanos querían acercarse a las potencias del mundo y vincularse al mercado internacional con autonomía renovada, los ojos extranjeros también estaban atentos para reclamar un pedazo del tesoro que la Monarquía Española guardó con celo por siglos.

El mundo posó deseoso los ojos sobre la América, tierra incógnita de la que muchos solo tenían noticia por las investigaciones de Alexander von Humboldt (1769-1859). Sobre territorios en pugna ahora se proyectaban novedosas empresas económicas, políticas y científicas. Y aunque ningún país apoyó oficialmente a los revolucionarios americanos —como ocurrió en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de América (1775-1783)—, sí hubo esfuerzos soterrados para romper el monopolio de la Monarquía Española. La masonería de ascendencia británica y norteamericana sentó los caminos de colaboración por los que llegaron dinero, armas e, incluso, el apoyo de batallones enteros. Aún se recuerda la participación de Legión Británica, al mando del escocés James Rooke (1770-1819), los acuerdos comerciales adelantados por el británico James Hamilton o la participación de los oficiales franceses Emmanuel Roërgas de Serviez (1785-1816), Pierre Labatut (1778-1848) o el médico Alexander Reverend (1796-1881).

Pero el mundo no sólo brindó insumos en especie. Interesados, tal vez un poco más circunspectos pero no menos beligerantes, fueron adalides o detractores de la causa en la distancian, desde donde publicaron artículos o libros al respecto. Y es que la revolución motivó reacciones y opiniones distintas. El experimento republicano en América española no solo era un deseo de las potencias económicas, sino que era completamente inédito. Los más reaccionarios atacaron esa novedad, apelando a la dependencia americana de España y Europa, e invalidando la autonomía de las colonias desde el punto de vista de la religión. A la par de la censura religiosa, siempre existió la expectativa por una supuesta incursión militar de las monarquías europeas para suprimir los levantamientos insurgentes, avanzada que el virrey Joaquín de la Pezuela y Sánchez (1761-1830) esperó hasta el último momento. Aún entrada la década de 1820 y con los espectaculares triunfos militares, el peligro de la restauración monárquica era un fantasma persistente. Los nuevos países independientes, entre ellos Colombia, la grande, iniciaron esforzadas misiones diplomáticas para dar garantías a las neonatas repúblicas y oficializar el apoyo internacional. 

En un escenario de gran expectativa e incertidumbre, apostar por la independencia de América también era un gran riesgo. Más allá de los intereses territoriales de empresarios y países extranjeros (usualmente sobre Panamá, aunque no únicamente), también hubo dudas sostenidas sobre la capacidad de los hispanoamericanos para sostener las instituciones republicanas. La proliferación de caudillos con ascendente militar y la fortaleza del legado colonial, como la Iglesia Católica, fueron un motivo para desconfiar del arraigo y cuestionar el éxito de los proyectos más liberales en los nuevos países.

En resumen, si unos apostaron por América y otros denunciaron su atrevimiento revolucionario, es claro que los esfuerzos españoles para retener a América bajo el control de la Corona no fueron fructíferos ni por las vías militares y ni las civiles. Y el mundo en su conjunto incidió en este desbalance. Esta sección presenta documentos que reflexionan desde distintos lugares de enunciación sobre la legitimidad de los gobiernos americanos y soberanía de sus pueblos. Todos ellos “observadores desde las nubes”, tal como dijo Thomas Jefferson (1743-1826).

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José María Blanco White (1775-1841)

Independencia de Venezuela / Reflexiones sobre la conciliación de España y sus Américas

1811-10-30

Londres

Biblioteca Nacional de España

Dos artículos de Blanco White sobre la independencia americana. En “Independencia de Venezuela”, aunque reprueba la política española de armarse contra los americanos, invita a los americanos a no profundizar las divisiones intestinas. Enfatiza en la imprudencia de la Junta de Caracas de 1811 al romper sus vínculos con la monarquía, no solo por quebrantar con las consideraciones para con el rey, sino por las dificultades derivadas del proceso de trasformación de una colonia en una república. Blanco White reconoce que Venezuela —como otros pueblos— tiene el derecho a ser independiente, pero eso no garantiza que tenga los medios para serlo. Sugiere que es mejor enseñar gradualmente la libertad al pueblo antes de lanzarse a la democracia. Anuncia el peligro de la venganza de las Cortes, porque “su gobierno no puede quexarse de que lo llamen rebelde, entre tanto no gane el título de Soberano, con las armas”. Finalmente, considera probable que la declaración de independencia absoluta refuerce el fervor de algunos americanos por Fernando VII y la religión, el vínculo estrecho entre monarquía y cristianismo. Así, considera que la declaración puede desunir a los pueblos americanos y llevar por el camino de la esclavitud, la agitación, las pasiones y el desorden.

El segundo artículo, “Reflexión sobre la conciliación de España y sus Américas”, presenta la visión de Blanco White sobre la exacerbación de los odios entre americanos y españoles. El autor se declara un observador imparcial y de buen deseo. Señala que las acciones del partido anti-americano en las Cortes fueron el motor principal entre España y sus colonias. Especialmente la injusticia de la guerra contra la Junta de Venezuela, que inicialmente se declaró fiel a Fernando VII. Define los actos de la Corte como un mal calculo de los españoles para entender los deseos el pueblo americano. Sin embargo, señala que en América impera el amor por Fernando VII, lo que permitiría llegar a la conciliación por medio de la ampliación de la participación americana en el gobierno, incluso como virreyes o gobernadores. Para el autor, poner fin a los males de América es sencillo en tanto se concedan las prerrogativas que justamente demandan y el partido dominante en las Cortes deje de lado su orgullo. prerrogativas que justamente demandan. Enviar ejércitos sería un desatino. Mala fe de las Cortes y orgullo del partido dominante.

José González Llorente (1770-c-1854)

Relación de las persecuciones que he sufrido de los revolucionarios del 20 de julio de 1810

1815-05-16

Kingston

Biblioteca Bicentenario

Volumen 2: 20 de julio de 1810

Páginas 129 - 150

Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá

Relación de los acontecimientos del 20 de julio narrados por José González Llorente. Niega haberse referido indecentemente a los americanos. Dice que siempre tuvo buenas relaciones con los americanos e, inclusive, estaba casado con una española-americana, natural de Santafé, con quien tenían dos hijos americanos. Narra el modo en que escapó de la turba del populacho el 20 de julio y cómo llego a prisión, por orden de José Miguel Pey (1763-1838), donde permaneció 170 días bajo los cargos infundados de hostilizar contra los americanos. En ese tiempo allanaron su casa y sus pertenencias. El 13 de noviembre de 1810 se declaró la insubsistencia de su condena, y su excarcelación se verificó el 4 de enero de 1811. A continuación, González Llorente da cuenta de los movimientos de la política en Santafé y el Nuevo Reino de Granada hasta su salida el 25 de marzo de 1815. Finalmente, recuerda sus contribuciones al erario durante 31 años de y ejercicio como comerciante en Cartagena y Santafé y sus obras de caridad, beneficencia y patriotismo.

Juan Ventura Bestard

Pastoral del comisario general de Indias a su súbditos

1816

Madrid

Biblioteca Nacional de Colombia - Bogotá

El comisario general de Indias llama a la unión de los pueblos para evitar los estragos de la discordia. Señala que españoles y americanos, vasallos de un mismo rey, individuos de una misma nación y creyentes en una misma fe, deben unirse en fraternidad. Llama a que los americanos y europeos a proteger a sus hermanos de la ferocidad de los rebeldes, incluso sacerdotes que fomentan la desunión. Recuerda que la soberanía de Fernando VII está ratificada por las juras de fidelidad verificadas en todo el territorio americano. Para Bestard, la Conquista fue un acto heroico, guiado por Dios, que otorgó a los reyes la soberanía legítima sobre América. Así, a diferencia de lo que señalan los independentistas, no hubo usurpación por parte de España, sino que su legitimidad está fundamentada en conquista legítima y el encargo del pontífice para predicar el evangelio. En contraposición, señala que los insurgentes no tienen derechos sobre América, ni siquiera los indios. Por estos motivos, se debe considerar a quienes faltan a sus compromisos como vasallos son enemigos de la patria. Finalmente, opina que las catástrofes del terremoto de Caracas de 1812 o la epidemia de México de 1812-1813 son evidencias de la ira de Dios. Bestard señala que estos acontecimientos, así como las razones expuestas, deben considerarse suficientes para volver al orden, so pena de hacer efectiva la condena del IV Concilio de Toledo sobre la violación al juramento de fidelidad por la patria.

Thomas Jefferson (1743-1826)

Carta a Alexander von Humboldt

1817-06-13

Monticello, Estados Unidos

Library of Congress

"La información física que usted nos ha dado sobre un país hasta el momento vergonzosamente desconocido, ha llegado en el momento exacto para guiar nuestro entendimiento en las grandes revoluciones políticas que ahora lo han traído en presencia del escenario del mundo. El problema de sus luchas, como ellas refieren a España, no es más objeto de duda, como refiere a su propia libertad, paz y felicidad, no podemos estar más seguros. Si la ceguera del fanatismo, las cadenas del clero y la fascinación luminosa del rango y la riqueza les darán a las masas de su gente un juego justo al sentido común, suficiente para cualificarlos en el autogobierno, es lo que no sabemos. Tal vez nuestros deseos son más fuertes que nuestras esperanzas. El primer principio del republicanismo es que la lex majoris partis es la ley fundamental de cualquier sociedad de individuos en igualdad de derechos: considerar sagrada la voluntad de la sociedad, anunciada en el voto unánime de las mayorías, es la primera de todas las lecciones en importancia, pero la última que es completamente aprendida. Esta ley, antes despreciada, no puede ser sustituida por ninguna otra sino por la de la fuerza, que termina necesariamente en el despotismo militar. Esta ha sido la historia de la Revolución Francesa; y yo deseo que el entendimiento de nuestros hermanos del Sur pueda ser suficientemente incrementado y firme para ver que su destino depende de su observancia sagrada."

Thomas Jefferson (1743-1826)

Carta a John Adams

1818-05-17

Monticello, Estados Unidos

Library of Congress

"Entro en tus dudas sobre los eventos de la revolución en S. América. Ellos ganarán contra España, pero los enemigos peligrosos están en su propio seno. Ignorancia y superstición encadenarán sus mentes y cuerpos bajo el despotismo militar y religioso. Yo en verdad creo que es mejor para ellos obtener la libertar gradualmente, porque por grados llegarán a la luz e información y los cualificará para hacerse cargo de sí mismos conscientemente, con más certeza si en medio tiempo bajo tanto control solo mientras los mantenga en paz el uno con el otro. Sin duda es nuestro deber desearles independencia y autogobierno, porque la desean ellos mismos, y tienen el derecho, quien no, de escoger por ellos mismos. Y yo espero además que nuestras ideas puedan estar erradas y se prueben bien fundados. Pero estas solo son especulaciones, mi amigo, las que también debemos hacer sobre esos que ven su desarrollo. Sólo podemos ser observadores desde las nubes, como ahora miramos hacia abajo en los trabajos, la prisa y el tumulto de las hormigas y las abejas. De pronto en esa súper mundana región podamos divertirnos al ver la falacia de nuestra propia guerra, incluso la nada de esas labores que han llenado y agitado nuestro propio tiempo aquí."

Joaquín de la Pezuela y Sánchez (1761-1830)

Nota al Virei de la Nueva Granada

1818-08-28

Lima

Biblioteca Nacional de Colombia - Bogotá

El virrey del Perú solicita el apoyo del virrey de del Nuevo Reino de Granada, Juan Sámano, con motivo del triunfo de los independentistas en Maipú, cerca a Santiago de Chile. Transcribe la comunicación que dirigió a Pablo Morillo y señala el peligro inminente de que los rebeldes se ataquen el virreinato del Perú. Anuncia que los refuerzos están en camino desde España, pero desconoce el momento de su arribo. Solicita a al virrey o a Morillo asistir el contrataque con armas y efectivos para frenar la avanzada de los rebeldes en el Sur, indispensable para asegurar la causa realista en el continente.

Dominique de Pradt (1759-1837)

La Europa y la América en 1821. Capítulo XXI: América

1822

París

Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico

En el segundo volumen de su conocida obra, el abad Pradt dedica un capítulo al mundo americano tras su independencia. Inicia con una crítica a la imprudencia y el orgullo de los europeos que despreciaron a los americanos. En un mundo de cambios vertiginosos, augura la buena fortuna de América por la extensión de su territorio y sus riquezas. Señala que América necesitó menos tiempo para separarse de Europa que para unirse a ella y que, con su independencia, marcó su regeneración. En este camino dio una lección de civilidad a los europeos, quienes violaron con crueldad las leyes de la humanidad. Adicionalmente, argumenta sobre tres puntos fundamentales de la independencia americana. En primer lugar, afirma que hubo una ruptura completa de los lazos de América con España, pues con la declaración de independencia de México, los españoles perdieron todas sus posesiones. En segundo lugar, pondera la Influencia de la emancipación de América sobre ella misma y sobre Europa. Por un lado, prevé la independencia definitiva del continente; por el otro lado, cree que los americanos presionarán un nuevo orden económico tras el desplome del edificio colonial. En tercer lugar, anticipa que la independencia será la oportunidad para descubrir las riquezas americanas y que, por su ubicación geográfica, dará libertad a los mares amenazando el dominio inglés. Finalmente, señala que los procesos de independencia tendrán influencia moral y política en el mundo. Sobre la República de Colombia, espera que organice su régimen interior y se guarnezca de la tempestad con sabiduría.

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Dominique de Pradt (1759-1837)

Examen del plan presentado a las Cortes para el reconocimiento de la Independencia de la América

1822

París

Pontificia Universidad Católica del Perú

El abad Pradt analiza el plan formado por Miguel Cabrera, presentado por el diputado Golfin ante las Cortes de Madrid el 27 de enero de 1822, para reconocer la independencia de América. Pradt toma cada uno de los quince artículos del plan (que propone la formación de una confederación hispanoamericana encabezada por Fernando VII) para demostrar su falta de luces, su espíritu de resistencia, su mal uso de los conceptos jurídico y del derecho internacional, sus ambigüedades capciosas y sus contradicciones. Pradt considera que la delación en el reconocimiento de la independencia americana solo genera descontento. Juzga como obstinada la lucha de España en América, empresa costosa y ruinosa. El autor piensa que la terquedad española es expresión de su arrogancia y de su ignorancia sobre el estado de América, mucho más consciente de sí misma e inspirada por el ejemplo político de los Estados Unidos. Si América estuvo descuidada por España, las campañas militares demostraron que la metrópoli desconocía sus verdaderas fuerza y valor. Ese error fatal —profundizado por la crueldad y el furor de los militares españoles—, terminó con los rezagos de soberanía regia en América. En este sentido, aún las propuestas de las Cortes, América no renunciará a su libertad, ni al deseo de ella. Adicionalmente, Pradt enfatiza en la inutilidad de un plan que no es atractivo ni para América ni para una Europa deseosa de estrechar vínculos con los americanos. Finalmente, puntualiza en que el crecimiento de Europa y América está ligado, y sugiere que América debe invertir en la educación y la salubridad como medidas para aumentar su riqueza. Concluye con una pequeña nota sobre el éxito de misión de Francisco Antonio Zea (1766-1822) para aumento de la confiabilidad de los títulos de crédito público de Colombia en Europa, que llegaron a igualarse a los de los mejores de su tiempo.

Alexander von Humboldt (1769-1859)

Carta a Simón Bolívar

1822-07-22

París

Biblioteca Luis Ángel Arango

Desde París, el barón de Humboldt felicita a Bolívar por el éxito de su campaña libertadora en América del Sur. Rememora la amistad que los unió en 1804, cuando Bolívar se encontraba en Europa. Humboldt aprovecha la visita de Francisco Antonio Zea (1766-1822) a Europa —en calidad de ministro por la recién formada República de Colombia (1819-1831)— para recomendar a Jean-Baptiste Boussingault (1801-1886) como catedrático de Química y Mineralogía para la Escuela de Minas de Santafé de Bogotá. Humboldt indica que "su territorio colombiano, y por tanto, aquél de la Nueva Granada, es para el reporte mineralógico uno de los mas curiosos que he conocido en el mundo entero". En esta línea, señala la necesidad de emprender investigaciones de geognosia en todo el territorio, rectificar las cartas militares y de agricultura con observaciones astronómicas y adelantar las nivelaciones barométricas del Istmo de Panamá. Estos resultados, en unión sus investigaciones y las de Caldas, deberían publicarse en una "Descripción geognósica y física de la República de Colombia". Humboldt está seguro de que Boussingault puede acompañar exitosamente esa publicación, que no solo llamaría la atención de Europa sino que sería un aporte fundamental para el interés público, el mundo científico y la gloria del Libertador.

John Quincy Adams (1767-1848)

[Mensaje al Senado de los Estados Unidos de América]

1825-12-26

Washington

Universidad de Michigan

Discurso sobre la invitación de las repúblicas de México, Colombia y Centro América al Congreso Anfictiónico en Panamá. Quincy Adams señala que, más allá de tomar partido en las deliberaciones o establecer alianza, la participación estadounidense está dirigida a acompañar a las naciones suramericanas, que se encuentran en la infancia de su independencia. Se busca evitar que favorezcan a España o que se permita a las potencias europeas ventajas desfavorables para los intereses de los Estados Unidos. Declara que se les debe mostrar a los suramericanos los principios del comercio liberal y persuadirlos para que los establezcan, así como la adopción de la neutralidad marítima, favorable a la navegación en tiempos de paz y de guerra. Además, propone que la presencia de los Estados Unidos puede favorecer la adopción de la libertad religiosa, para evitar que el fanatismo religioso vicie los principios de la libertad de conciencia. Concluye señalando que la participación en el Congreso es una oportunidad para establecer los principios de reciprocidad y amistad fraternal para, en su momento extenderlos, a las relaciones comerciales.