Antonio Nariño

Político, militar, periodista, comerciante. Como pocos de sus contemporáneos, Antonio Nariño, y su vida de ideas, realizaciones, y también de infortunios, ha despertado la fascinación y la imaginación de muchos colombianos de ayer y de hoy. Diferentes epítetos han cubierto su nombre para la historia. Desde “adelantado de la libertad”, “antorcha brillante” y “conciencia de la Patria”, hasta el más conocido del “Precursor”, todos dan cuenta de la invocación y apropiación de su figura por parte de diversos actores sociales, desde el Estado hasta los partidos políticos, pasando por la sociedad civil. Sin embargo, esta apropiación colectiva no ha resultado necesariamente en una comprensión más profunda y compleja de su pensamiento, mucho menos del momento que le tocó vivir o de su misma persona –muchos aspectos importantes de su vida aún siguen siendo desconocidos para nosotros–. Justamente, la conmemoración de los 250 años de su natalicio se ofrece como una oportunidad sin igual para poner entre paréntesis nuestras certezas presentes, y volver sobre el mismo Nariño, para preguntarnos con él, por un momento de excepcional dinamismo, de quiebres, de tanteos y de incertidumbres, y por su impronta perdurable sobre nosotros mismos.

Nariño es un autor más enarbolado que efectivamente leído. La lectura juiciosa de sus escritos nos entrega un pensador fascinante, un lector tremendamente voraz y un escritor pragmático –a contracorriente de quienes han querido ver en él la encarnación del más ingenuo idealismo–, cuya mirada sobre los múltiples desafíos que enfrentaba la Nueva Granada con frecuencia resulta penetrante y lúcida. El santafereño fue, como pocos de sus contemporáneos, un amplio conocedor del poder de la palabra impresa, un gran estratega editorial y uno de los primeros que comprendió el poder de la opinión pública como fundamento del nuevo orden político y su naturaleza cambiante. No en vano, en los estertores del régimen virreinal, luchó contra la censura y abogó por la libertad de imprenta en los dominios hispánicos, estableció una tertulia en su casa, compartió los libros de su gran biblioteca y puso a andar un taller de imprenta en la ciudad, el primero de carácter privado del que tengamos noticia en la historia de Colombia. Ya durante la república, fundó periódicos, alentó el debate público, defendió las libertades constitucionales y nunca cejó en su intento por tomar la palabra y contribuir a echar los cimientos de la comunidad política.

Precisamente, se trata, con esta exposición, de volver a los escritos de Nariño, de restituir la potencia de sus ideas y de sus realizaciones, de cartografiar, simultáneamente, el entramado de problemáticas políticas específicas del momento, para las cuales no había soluciones dadas de antemano, y las respuestas ensayadas por el santafereño desde múltiples espacios a lo largo del tiempo. Este módulo de la Biblioteca Virtual Colombiana de la Universidad Nacional de Colombia le apuesta a dar cuenta de la obra de Nariño, de su relación con el mundo de la imprenta y de su esfuerzo incansable por contribuir a fijar la opinión pública en el marco del universo republicano. Nos anima un doble propósito. Por un lado, presentar una mirada renovada sobre la figura de Nariño; poner de presente el talante político e intelectual del santafereño, sus formas de argumentación y sus estrategias editoriales. Por otro lado, potenciar la comprensión de los impresos como factores de transformación histórica que construyen y afirman determinados órdenes políticos y simbólicos y como superficies de institución de la comunidad política, pues, como veremos, en este periodo la opinión pública se ofrece como el espacio privilegiado de acción de la sociedad sobre sí misma. Así, revisitar los escritos y las realizaciones del Nariño republicano (1810-1823), nos permitirá recuperar la historicidad constitutiva de su mundo político, volver un poco más legible el proceso de institución de las comunidades políticas que una vez fuimos y de las que somos herederos.

Créditos

Alexander Chaparro